Un estudio reciente halla que la implementación de los objetivos de Naciones Unidas para la prueba y el tratamiento del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) sería una manera costosa pero en última instancia muy rentable de aumentar la supervivencia, reducir el número de niños huérfanos por el VIH, y contener la epidemia mundial del sida.

Ésa es la principal conclusión del trabajo realizado por investigadores del Hospital General de Massachusetts (MGH, por sus siglas en inglés), la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, y la Universidad de Ciudad del Cabo, que estima el impacto probable del programa denominado ’90-90-90′.    

«Según nuestros resultados, no hay nada exagerado en la sugerencia de que 90-90-90 podría sentar las bases de un mundo más sano, más justo y equitativo para las generaciones futuras», dice Rochelle P. Walensky, de la División de Enfermedades Infecciosas del MGH, que dirigió el estudio que se publica este martes en la edición digital de ‘Annals of Internal Medicine’. «Sí, sería muy caro, pero valdría la pena cada centavo», afirma.

Lanzado en septiembre de 2014 en el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (ONUSIDA), el programa 90-90-90 tiene tres objetivos fundamentales: diagnosticar al 90 por ciento de las personas infectadas por el VIH en todo el mundo; vincular el 90 por ciento de los casos identificados a la terapia antirretroviral (ART); y lograr la supresión virológica entre el 90 por ciento de los beneficiarios de la ART.    El objetivo general del programa es lograr la supresión viral –la reducción de la carga viral a un nivel indetectable– aproximadamente en el 73 por ciento de las personas infectadas por el VIH en todo el mundo en 2020, una notable mejora de las estimaciones actuales del 24 por ciento. Los críticos han expresado su preocupación de que la implementación exitosa de 90-90-90 requeriría inyecciones de efectivo sin precedentes de organizaciones donantes, como el Plan presidencial de Emergencia para el Alivio del sida, el Fondo Mundial, y el Banco Mundial.

La coautora del estudio Linda-Gail Bekker, del Centro Desmond Tutu sobre el VIH y de la Universidad de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, destaca: «La reciente financiación de estas fuentes ha sido plana. Nuestro objetivo de este estudio era proporcionar a los donantes y países asociados estimaciones pragmáticas de qué costará y qué cambio se puede esperar mediante la inversión en 90-90-90».

El estudio utilizó datos epidemiológicos de Sudáfrica y resultados de los programas de detección y tratamiento del VIH para dar una imagen realista del impacto probable de 90-90-90 en Sudáfrica y lo comparó con el ritmo actual de detección y tratamiento del VIH durante el próximo cinco y diez años.

 

SE PODRÍA PONER FIN A LA EPIDEMIA DE SIDA

Mediante el uso de un modelo de simulación por ordenador desarrollado por el equipo de investigación, los investigadores hallaron que durante la próxima década, la estrategia 90-90-90 evitaría más de 2 millones de nuevas infecciones por el VIH, más de 2,4 millones de muertes y más de 1,6 millones de huérfanos, salvando un adicional de 13 millones de años de vida por paciente en comparación con la estrategia actual.

Durante el mismo periodo, el costo del programa 90-90-90 sería de 54.000 millones, un aumento del 42 por ciento en los costos de las actividades actuales que todavía sufren de problemas relacionados tanto con el vínculo a los cuidados como el mantenimiento del tratamiento. Pero tomado en su conjunto, el estudio encontró que la inversión en 90-90-90 produciría una relación coste-efectividad de 1.260 dólares por año de vida ganado, dentro de lo que se considera muy rentable para Sudáfrica y una proporción similar a la del propio tratamiento del VIH.

El doctor A. David Paltiel, profesor de Salud Pública en Yale, subraya: «Estamos convencidos, en base a los resultados de nuestro análisis, de que el desarrollo exitoso de los objetivos de 90-90-90 podría efectivamente poner fin a la epidemia de sida en todo el mundo».

La publicación del estudio coincide con una reunión de líderes mundiales, ejecutores de programas sobre el VIH, representantes gubernamentales y otros actores clave de Naciones Unidas entre el 8 y el 10 de junio para consolidar un plan para poner fin a la epidemia mundial de sida en 2030.

«La aplicación de 90-90 -90 representaría un ‘círculo virtuoso’ de atención que lleve a un diagnóstico precoz del VIH, el inicio del tratamiento más rápido, una mayor supervivencia de las personas infectadas por el VIH y un menor número de nuevos casos de transmisión del VIH», dice Walensky, profesor de Medicina en Harvard.